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La ceguera de la Toma

Noviembre de 1985. Una mañana cualquiera en el centro de Bogotá, lleno ya de sangre. Departen amistosamente un grupo de 3 universitarios. Están de frente al imponente Palacio de Justicia, días antes de ser objeto de una toma por parte de la Guerrilla urbana M-19, Movimiento 19 de Abril. Pero nadie se come el cuento.

 

A unas 6 calles, don Álvaro prepara con esmero su sotana y su vieja Y dura Biblia. Esa mañana siente un dolor profundo en la espalda que desesperadamente lo tuvo moviéndose por toda la cama, toda la noche. "¿Que será esa maricada?" se pregunta don Álvaro. Esa maricada amenazaba con llevarlo a donde el temido sobandero.

 

‘Mátelo, mátelo y entremos rápido, negro’. El vigilante del parqueadero del Palacio, al escuchar este cuchicheo solo tuvo tiempo para salir de su cubículo para encontrarse con un calor insoportable en el pecho, para luego caer al piso, su mirada fija en el edificio que está a punto de ser escenario de una batalla, la batalla de Bogotá. Los tres estudiantes corren al escuchar los balazos: ‘Se tomaron el palacio’. El cuento era verdad.

 

Don Álvaro enciende su pequeño radio para escuchar la misa de las 12. Por accidente o por terquedad que su ceguera total le imprime, cambia la estación y sintoniza el noticiero del mediodía. El palacio lo tomaron. Parece no importarle y busca de nuevo la misa. A su lado se encuentra un viejo equipo de intercomunicación ruso, regalo de su abuela. Ese viejo equipo, como si fuera venganza cruda de algún soviético de antaño, revelerá 20 años después los crímenes (torturas, violaciones, desmembramiento y asesinato) cometidos por el ejército colombiano en su intento de sacar al M-19 del palacio. Álvaro, su ceguera, y su pequeño y electrónico espía ruso revelaron lo que todos sospechaban, su ceguera vio, vio y temió, calló por 20 años y luego abrió los ojos.

 

Mientras tanto, don Álvaro abre su biblia y le pide a Oscarcito que le lea los salmos, todos los salmos.

 

Juan Merchan

Agosto 2009

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