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Distribución de la riqueza

Estuvo hablando sobre Marx, Lenin y Stalin. El bar tenía un fuerte olor a cerveza derramada, y solo había dos mesas ocupadas por parejas que no parecían estar a gusto en el lugar.

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"Trotsky fue un cobarde, siempre lo fue". Rebatiendo afirmaciones de este tipo se sentía realizado, había un gusto extraño por el discurso político, por la evaluación de la historia.

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En un punto, logró ganar un pequeño debate sobre el origen del socialismo a un viejo militante comunista. Se gozó esta pírrica victoria fumando y tomando con más celeridad, lo que causó que planteara nuevos e inverosímiles dicotomías que daba a escoger a sus compañeros de discusión. Su memoria lo fue abandonando con rapidez, y se entregó sin frenos a la ebriedad.

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Cruzando una de las calles en mal estado que abundan en la ciudad encontró a dos sujetos, quienes sometieron todo el peso de su cuerpo a chocar contra un charco de agua de lluvia. El barro salpicó la pared contigua, y mientras las gotas sucias caían lentamente y se esforzaban por llegar al suelo, sus bolsillos eran violentamente desocupados.

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Era una buena noche para distribuir la riqueza.

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Juan Merchán

Abril 2016

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