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Madurez

En el bar había un tipo que vestía una camiseta que decía The Who. Después de unos tragos y varios porros el muchacho de la camiseta The Who sometió mi cabeza a un certero botellazo que salpicó de sangre a la mujer con la que estaba en el bar. Después de la intervención del dueño del lugar, logramos salir sin otro intento de ataque.

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Una vez en casa, ella tomó mi libro de dibujos de Kafka que había comprado hace algunos años en un triste negocio de libros en el centro. Sometió toda su rabia a lo que cada página le mostraba, en silencio.

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Comió lo suficiente para caer dormida. En la noche la agitaron sueños fuertes que no quiso describir. Procedió a levantarse temprano, fiel a su aseo personal tomó una ducha rápida y cepilló sus dientes.

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Encendí mi motocicleta, arrancamos sin premura y atravesamos la ciudad. Llegamos al lugar, se bajó, y en silencio se marchó. En la siguiente esquina tuve que parar al ver el semáforo en rojo. A lo lejos logré escuchar los primeros riffs de "Won't get fooled again".

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Juan Merchán

Junio 2016

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