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Cadaver Exquisito 1

Iban recojiendo migajas regadas al lado y lado. 

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Siempre quisieron hacerlo de la forma más práctica y rentable: inclinandose.

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Al inclinarse, de una forma simple notaron que el mundo se veía de Forma muy  diferente si se miraba a través de la entrepierna.

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Decidieron entonces colaborar en la empresa común de hacerse viejos. Inclinarse sería pues el primer paso en la conquista de la lentitud anciana. 

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Llegar a la vejez a través de la inclinación supondría el hecho de hacer veneraciónes a las generaciones jóvenes y aceptar sin pena alguna la inferioridad de lo letargico. 

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Llegó el día,  y la reunión entre jóvenes inocentes y olvidados ancianos tuvo lugar.

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Una casa de tabla vieja y olvidada en ese bosque enmarañado escondido en los Alpes fue el escenario justo para que 200 jóvenes europeos,  ávidos de aventura,  llegarán a pie el día acordado,.

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Previamente habían arribado 150 ancianos latinoamericanos. El recibimiento,  parco y breve, fue circunstancia inicial que permitió dislumbrar qué sucedería en las siguientes dos semanas.

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"Yo, Cerquito, jefe mayor del grupo de ancianos latinoamericanos, los saludo fraternalmente a ustedes,  oh huella vivida del pasado muerto, oh memoria deleble de deleites de antaño " En voz alta y fuerte el mayor de todos los Ancianos había iniciado la esperada ceremonia. 

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Hubo de pasar más de un instante para que Herter se decidiera,  sopenando su tristeza por la reciente muerte de su mejor amigo.

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"Es menester de éste grupo de jóvenes empedernidos el aceptar con profunda humildad la invitación que ustedes nos hacen". Una sonrisa hipócrita se esbozaba en su rostro. Herter lideraba el grupo.

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Luego de la merienda rica en vegetales, agua de manantial y  cacahuetes,  el grupo se retiró taciturno al salón de descanso.  Era una amplia sala con 8 ventanas circulares que permitían divisar la totalidad del valle y que, en verano, hacían innecesario el uso de la chimenea en la noche,  pues al abrirlas completamente dejaban entrar el suficiente calor para dormir desnudos 

 


400 personas perfectamente acomodadas en camas Sencillas hacían de esta sala una gran habitación de hotel para 400 huéspedes.  Todo era paz y satisfacción en el rostro caucasico de la mayoría de los presentes.

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Juan Merchan

Abril 2015

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